Homenaje
a Virgilio Piñera
No
puedo dormirme. Hace calor. Desde hace horas doy vueltas en la cama.
Intento no pensar en nada, poner la mente en blanco, pero realmente
no sé poner la mente en blanco. Lo único que consigo pensando que
no debo pensar en nada es precisamente que no debo pensar en nada,
pensar en nada, pensar en nada, o sea, un mantra. Al final, me canso
de repetirlo. Miro la hora que es en el reloj del radio-despertador:
las tres y media de la madrugada. Me incorporo. Enciendo la luz y un
cigarro. Paseo alrededor de mi cuarto. Busco un libro de cuentos
breves y extraordinarios. Lo hojeo. Por casualidad me topo con que
uno de los relatos trata precisamente de un hombre que no puede
dormir (su insomnio, como el mío, muy persistente) y que también da
vueltas en la cama, fuma, lee, pasea, etcétera. A las seis de la
mañana, harto de no poder dormir, carga un revólver y se levanta la
tapa de los sesos. El hombre muere, pero no ha podido quedarse
dormido. Ciertamente el insomnio vuelve loco a
cualquiera,
pienso antes de pensar dónde demonios habré guardado mi vieja Smith
& Wesson.
Imaginarium. Roberto Álamo, 2013.
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