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miércoles, 16 de agosto de 2023

La marioneta. Javier Puche.

Tras el accidente estrepitoso y fatal, la marioneta, que yacía inerte en mitad del asfalto, abrió los ojos y empezó a incorporarse con gran lentitud. Ya erguida, aunque en precario equilibrio, avanzó unos metros por la carretera, sorteando cadáveres, hasta alcanzar la mano muerta de su dueño, donde entrelazó cuidadosamente sus hilos de nylon. Acto seguido, cayó desvencijada al suelo, cerrando los ojos para siempre.

Mar de pirañas, 2012.

domingo, 29 de enero de 2023

El Santo Grial. Javier Puche.

Para Ana María Shua.
El héroe atravesó desiertos, laberintos, junglas. Decapitó minotauros y cíclopes. Cayó en telarañas gigantes. Trepó árboles infinitos. Hasta que finalmente, ya anciano, encontró el Santo Grial. Lo custodiaban un monje y un dragón. Si bebes de esta copa, dijo con gravedad el monje, vivirás eternamente. En el rostro decrépito del héroe se dibujó una sonrisa. Al parecer, no había sacrificado en vano su existencia, donde nunca hubo amor o alegría, sólo búsqueda tenaz. Ahora bien, prosiguió el monje elevando la voz, vivirás eternamente en círculo, la misma vida que tuviste. Y no otra. Aturdido, el héroe reflexionó unos instantes. Después se desplomó en el suelo como un títere, vencido por la tristeza, mientras las fauces del dragón exhalaban una carcajada de fuego.


miércoles, 22 de septiembre de 2021

Rezar. Javier Puche.

Rezar en voz baja. Eso hace el paracaidista desde aquel día. Rezar en voz baja mientras el viento agita con levedad la enorme telaraña donde permanece adherido. Rezar en voz baja sus oraciones. Y no dejarse intimidar por los esqueletos que penden alrededor.


jueves, 14 de febrero de 2019

Flechazo. Javier Puche.


Fue un flechazo. Yo estaba distraída, pensando lánguidamente en algo superfluo, cuando su mano comenzó a recorrer mi espalda. Me estremecí. Nadie me había acariciado antes con tanta destreza. Luego me alzó con sus fornidos brazos para olfatearme delicadamente. Reconozco que su osadía me volvió loca.
Poco faltó para que copulásemos en público. Por fortuna, logramos contenernos hasta llegar a su casa. No hubo preámbulos. Nada más entrar, me condujo al lecho y empezó a devorarme. Fueron tres horas que jamás olvidaré. Una comunión insólita que trascendía lo meramente físico. Pero la dicha fue breve.
Tras la cópula febril, me llevó a la biblioteca y, sin apenas despedirse, me puso en uno de los anaqueles, donde llevo meses esperándole, quizá años.
No me resigno: sé que volverá conmigo. Aunque deploro que Lolita y Madame Bovary (esas dos casquivanas con quienes comparto anaquel), me miren siempre con tanta sorna.


lunes, 15 de enero de 2018

El inmortal. Javier Puche.

Tras una larga búsqueda, capturaron finalmente al inmortal, que fue sometido sin dilación a toda suerte de experimentos clínicos. En la rueda de prensa, los médicos dictaminaron perplejos que nada lo distinguía fisiológicamente del hombre común, salvo su temporalidad incesante. Hoy ocupa una tenebrosa celda del zoológico municipal. Y hordas de visitantes intentan matarlo cada día con inexplicable saña. Pero el inmortal persiste. Dicen que por las noches llora muy despacio en un rincón.