Ganadora
del VI premio de Microrrelatos “El Basar”
Mostrando entradas con la etiqueta Mireia Manzano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mireia Manzano. Mostrar todas las entradas
lunes, 13 de noviembre de 2017
El cangrejo. Mireia Manzano.
Y
me acosté pronto, y hojeé sin interés la novela, y me cepillé los
dientes, y cené salchichas con un poco de la lasaña que sobró de
ayer, y leí el periódico poniendo los pies encima del sillón, y me
aburrí con los errores garrafales de los concursantes de
Pasapalabra, y me desabroché la corbata con un suspiro de alivio,
qué día de perros, y llegué a casa de mal humor porque no quedaba
tabaco en el quiosco, y perdí los estribos en un atasco brutal, y
tuve que quedarme hasta las seis porque a mi secretaria no se le
había ocurrido nada mejor que no avisarme de la reunión hasta diez
minutos antes, y estuve debatiendo sobre el nuevo fichaje del Barça
con el nuevo de la oficina, que tiene pinta de ser un madridista
rematado, y me distraje mirando por la ventana ahora que mi jefe ya
apenas pasa por el despacho a revisar el trabajo que hacemos, y salí
a comer un sándwich vegetal porque, definitivamente, desde que hablé
con el doctor, estoy a dieta, y estuve ansioso esperando a que
llegara la hora del almuerzo, abrasándome de calor ahora que nos han
quitado el aire acondicionado a los que estamos en la primera planta,
y mandé unos correos un tanto desagradables a un par de clientes
morosos, y le pedí a mi secretaria un café, bien caliente y con dos
de azúcar por favor, Charo, y telefoneé a mi exmujer para saber si
podría encargarse ella esta tarde de ir a buscar a la niña al
colegio, ya está bien, siempre me haces lo mismo y hoy te tocaba a
ti, yo esta noche pensaba ir al cine con Sergi y no puedo hacerme
cargo, se lo diré a mi madre y vamos a ver qué hacemos, y llegué a
la oficina enfadado por culpa de una maldita moto que se saltó el
ámbar en un cruce, y me vestí a toda prisa, y desayuné un cruasán
reseco y un poco de café frío del día anterior, y me desperté con
la almohada pegada a la mejilla porque seguramente anoche lloré un
poco antes de acostarme, y me di cuenta de que necesitaba volver a
empezar porque, desde hacía días, mi vida parecía estar
funcionando al revés.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)