Una mañana tarde noche el
niño joven anciano que estaba moribundo enamorado prófugo
confundido sintió las primeras punzadas notas detonaciones
reminiscencias sacudidas precursoras seguidoras creadoras
multiplicadoras trasformadoras extinguidoras de la helada la vacación
la transfiguración la acción la inundación la cosecha. Pensó
recordó imaginó inventó miró oyó talló cardó concluyó
corrigió anudó pulió desnudó volteó rajó barnizó fundió la
piedra la esclusa la falleba la red la antena la espita la mirilla la
artesa la jarra la podadora la aguja la aceitera la máscara la lezna
la ampolla la ganzúa la reja y con ellas atacó erigió consagró
bautizó pulverizó unificó roció aplastó creó dispersó cimbró
lustró repartió lijó el reloj el banco el submarino el arco el
patíbulo el cinturón el yunque el velamen el remo el yelmo el torno
el roble el caracol el gato el fusil el tiempo el naipe el torno el
vino el bote el pulpo el labio el peplo el yunque, para luego antes
ahora después nunca siempre a veces con el pie codo dedo cribarlos
fecundarlos omitirlos encresparlos podarlos en el bosque río arenal
ventisquero volcán dédalo sifón cueva coral luna mundo viaje día
trompo jaula vuelta pez ojo malla turno flecha clavo seno brillo
tumba ceja manto flor ruta aliento raya, y así se volvió tierra.
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lunes, 13 de abril de 2020
sábado, 1 de febrero de 2014
El campeonato mundial de pajaritas. Luis Britto García. (Microrrelato)
Abierto
oficialmente el campeonato mundial de pajaritas el señor Pereira se dirige al
proscenio, toma una hoja de papel, la dobla, la vuelve a doblar, y de los
pliegues surgen lentamente una montaña, y un arroyo, y un arco iris que
desciende hasta que junto a él fulguran las nubes y finalmente las estrellas.
Un gran aplauso resuena, el señor Pereira se inclina y baja lentamente a la
sala.
Acto seguido se instala en el proscenio el señor Noguchi, quien toma en cada mano una hoja de papel, la mano izquierda dobla dobla, sale una paloma, sosteniendo el pico con los dedos anular y meñique y tirando de la cola con los dedos índice y medio las alas suben bajan suben bajan, la paloma vuela, entretanto la mano derecha dobla, dobla, sale un halcón, colocando el dedo índice en el buche y presionando con el pulgar en las patas, las poderosas alas suben bajan bajan suben, el halcón vuela, persigue a la paloma, la atrapa, cae al suelo, la devora.
Grandes y entusiásticos aplausos.
Sube al proscenio el señor Iturriza, quien es calvo, viejo, tímido y usa unos lentencitos con montura de oro. En medio de un gran silencio el señor Iturriza se inclina ante el público, hace una contorsión, se vuelve de espaldas. La segunda contorsión la despliega, asume una forma extraña, y luego viene la tercera, la cuarta, la quinta contorsión, la apertura del pliegue longitudinal, y la vuelta del conjunto. La sexta y la séptima contorsiones son apenas visibles pero definitivas, la gente va a aplaudir pero no aplaude, en el proscenio el señor Iturriza deshace su último pliegue y se transforma en una límpida, solitaria, gran hoja cuadrada de papel blanco.
Acto seguido se instala en el proscenio el señor Noguchi, quien toma en cada mano una hoja de papel, la mano izquierda dobla dobla, sale una paloma, sosteniendo el pico con los dedos anular y meñique y tirando de la cola con los dedos índice y medio las alas suben bajan suben bajan, la paloma vuela, entretanto la mano derecha dobla, dobla, sale un halcón, colocando el dedo índice en el buche y presionando con el pulgar en las patas, las poderosas alas suben bajan bajan suben, el halcón vuela, persigue a la paloma, la atrapa, cae al suelo, la devora.
Grandes y entusiásticos aplausos.
Sube al proscenio el señor Iturriza, quien es calvo, viejo, tímido y usa unos lentencitos con montura de oro. En medio de un gran silencio el señor Iturriza se inclina ante el público, hace una contorsión, se vuelve de espaldas. La segunda contorsión la despliega, asume una forma extraña, y luego viene la tercera, la cuarta, la quinta contorsión, la apertura del pliegue longitudinal, y la vuelta del conjunto. La sexta y la séptima contorsiones son apenas visibles pero definitivas, la gente va a aplaudir pero no aplaude, en el proscenio el señor Iturriza deshace su último pliegue y se transforma en una límpida, solitaria, gran hoja cuadrada de papel blanco.
El campeonato mundial de pajaritas. Luis Britto García. (Venezuela, 1940)
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