Mi mamá es la mejor contado cuentos. Nadie como ella.
Las palabras
escapan de sus labios evocadoras, sugerentes, precisas, y juegan en mi mente
construyendo nuevos mundos, realidades que se bastan a sí mismas como refugio
seguro donde poder perderse.
Mamá y yo
somos un equipo perfecto, sincrónico. Trabajamos juntos y no existe quien nos
pare. Ella cuenta, yo imagino.
Aunque, en
ocasiones, las cosas se nos van de las manos y a la hora del desayuno todo son
prisas, carreras y papá con cara de fastidio.
Anoche mamá
me habló de los piratas. Imaginé barcos de vela surcando mares de espuma.
Piratas osados y temibles luchando por tesoros que esconder en playas lejanas,
de arena fina y palmeras cargadas de cocos.
Pero esta
mañana he llegado tarde al colegio, el loro no quería bajarse de la lámpara y
papá me ha mirado con ojos indignados al descubrir mis zapatos chorreando y mis
cabellos aun revueltos por las algas marineras y la sal.
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