lunes, 24 de diciembre de 2018

Mafasca. Lola Suárez.


“Apúrate, m’hija, se hace de noche y no me gusta que vayas sola por esos caminos de Dios…”
Mercedes sonríe y esconde su mirada azul en el pocillo negro de café que sostiene en el cuenco de sus manos.
Lo que la tía ignora es que a la salida del pueblo la espera Vitorino. Cada noche, cuando vuelve a su casa, él la acompaña. Ella solo ve la punta de su cigarro, brillante como una pequeña luz inquieta, bailarina entre los dedos del pretendiente que, respetuoso, no le dirige la palabra y mantiene las distancias. A Mercedes le agrada esta reserva, intuye su presencia y se sabe bien escoltada.
Lo que Mercedes ignora, es que Vitorino no ha fumado en su vida.


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