En
los ojos verdes de los gatos se puede observar el reflejo de siete vidas
diferentes.
No
temía que el monstruo bajo la cama le agarrara de un pie, sino que le
acariciara la cara con su frío y húmedo tentáculo.
El
tirano mandó fusilar al tiranito cuando oyó que alguien decía que algún día
sería más grande que su padre.
La
muñeca de trapo buscaba su bracito roto por toda la habitación, desesperada,
llorando serrín.
La
máquina para viajar al pasado era una vieja caja oxidada de galletas danesas. Fotografías
en blanco, negro y sepia.
El
funambulista cierra los ojos y cae. Ve pasar toda su vida en imágenes
brillantes. Solo alturas, planos picados.
Tenía
los bolsillos vacíos y el alma llena. Lo había gastado todo en sonreír.
Se
soñó resbalando por un acantilado y rodando caer al mar. Despertó en la ciudad,
su cama. Las manos llenas de barro y olor a sal.
Se
querían sin saber muy bien por qué. Pasaron la vida juntos intentando
comprenderlo, y murieron ancianos, felices, sin conseguirlo.
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