Cuenta fray Jerónimo de Zúñiga, capellán de la prisión
del Buen Socorro, en Toledo, que el 7 de junio de 1691 un marinero natural de
las Indias Occidentales, de nombre Pablillo Tonctón o Tunctón, de raza negra,
condenado al auto de fe por brujo y otros crímenes contra Dios, se evadió de la
cárcel y de ser quemado vivo pidiendo a sus guardianes, tres días antes de
marchar a la hoguera, una botella y los elementos necesarios para construir un
barco en miniatura encerrado dentro del frasco. Los guardianes, aunque el
tiempo de vida que le quedaba al reo era tan breve, accedieron a sus deseos. Al
cabo de los tres días el diminuto navío estaba terminado en el interior del
vidrio. La mañana señalada para la ejecución del auto de fe, cuando los del
Santo Oficio entraron en la celda de Pablillo Tonctón, la encontraron vacía lo
mismo que la botella. Otros condenados que aguardaban su turno de morir
afirmaron que la noche anterior habían oído un ruido como de velas, chapoteo de
remos y voces de mando.
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