martes, 4 de agosto de 2015

El testigo. Carlos Almira Picazo. Microrrelato.


No me importa que no me saluden, incluso prefiero que no lo hagan. A fuerza de sigilo, he logrado volverme prácticamente invisible. Sólo el gato levanta las orejas y contiene un brillo inquieto y malévolo en los ojos. Él es el único testigo de mis andanzas. Por lo demás, no me preocupa lo que puedan pensar los otros. Es la palabra del gato contra la mía. Y el animal es listo, y sabe que si insiste en maullar, en erizarse de lomos, le darán una patada y lo echarán a la escalera. Y luego cerrarán la puerta que él no puede traspasar. 

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