martes, 22 de septiembre de 2015

El brujo decapitado. Edgar Omar Avilés. Microrrelato.

Cuando la espada del maestro verdugo cercenó la cabeza, en la plaza todo el pueblo aplaudió aliviado, libre, al fin, de la malevolencia del brujo, de su risa oxidada, de sus promesas de muerte. Pero al caer la cabeza, del cuello surgió otra diferente. Ésta nuevamente fue cortada, mas otra brotó como capullo. Las cabezas decapitadas se apilaban, nacidas una tras otra del insólito cuello del brujo. Aunque los brazos del verdugo estaban cada vez más cansados y los aplausos menguaban, repetía la operación concentrando el mismo coraje en cada tajada, hasta que un par de horas después todo empezó a girar y escuchó la risa oxidada. En ese instante el verdugo vio que en la plaza todo el pueblo yacía decapitado, mientras su cabeza rodaba junto con las demás.



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