—Abuelita, qué tentáculos más grandes tienes.
—wgah'nagl fhtagn.
II
—¿Quién es? —dijo el cabritillo.
—Soy yo, vuestra mamá —se escuchó al otro lado de la puerta.
—Asoma la patita por debajo.
Una congestión informe de burbujas protoplasmáticas vagamente luminiscentes y con millares de ojos formándose y deshaciéndose como pústulas de luz verdosa asomó por debajo de la puerta.
—¡Tekeli-li! ¡Tekeli-li!
III
—¡Que viene! —gritó Pedro bajando la pradera—. ¡Que viene!
Nadie creyó al pastorcillo al ser un mentiroso consumado. Tampoco nadie logró huir de las retorcidas patas de cabra y de sus innumerables bocas tentaculares.
IV
El lobo sopló y sopló, pero la casa no derribó. Así que, resuelto a conseguir su propósito, sacó el ajado libro de invocaciones y trazó un pentagrama en el suelo.
V
—Espejito, espejito mágico, ¿hay alguien en este mundo más malvado y poderoso que yo?
Y en la superficie pulida del cristal, se dibujó una ciudad perdida en las profundidades del océano…
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