miércoles, 27 de mayo de 2020

Like a Rolling Stone. Rubén Gonzalo Ledesma.

Cuando me cogí aquel resfriado mi voz se volvió ronca durante días. Sonaba tan bien que varias discográficas me ofrecieron grabar un disco. El éxito fue inmediato. En unas semanas copé los primeros puestos de las listas de ventas. No obstante, cuando se me curó el catarro mi voz volvió a ser la de siempre.
Para remediarlo, hice todo lo posible para enfermar. Utilicé pañuelos de personas acatarradas, me mezclé en las salas de los hospitales con pacientes resfriados y acudí a países donde la Organización Mundial de la Salud declaró pandemias de gripe.
Fijé mi residencia en Siberia. En invierno caminaba en bañador por las calles, dejaba que los niños me enterrasen en fosas de nieve o me metía en cámaras frigoríficas durante horas hasta que empezaban a brotarme estalactitas en las narices.
Poco a poco, los continuos resfriados fueron minando mis defensas hasta convertirme en un ser vulnerable.
Ayer morí de una pulmonía.
Hoy soy un mito.


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