miércoles, 3 de julio de 2024

Esbirros. Manuel Moya Escolar.

El hombre que cada noche duerme en el portal, hoy lo he sabido, no es más que un contratado del ayuntamiento. Blindado por una coraza de cartones, y escoltado en sus correrías por un escobón con el que, supongo, se quita las legañas, y por un carrito construido con alambres y despojos, resulta que este tipo no es más que un maldito contratado por los oscuros funcionarios municipales. ¿Merecemos los honrados ciudadanos algo así? ¿Por qué nos trata como a imbéciles el ayuntamiento? ¿Creían que aquí nos chupábamos el dedo? Me ha costado, pero ahora, todo encaja. Puedo parecer estúpido, pero a mí no me la dan. El ayuntamiento contrata a estos tipos para que sepamos qué es lo que nos ocurriría de no levantarnos cuando es todavía de noches, de no coger el metro cada mañana y aguantar durante ocho horas las trágalas del jefe de taller, de no volver ya oscurecido al lugar donde nos está esperando el hombre que se blinda con cartones y apesta como una bodega, fiel esbirro, ya digo, del ayuntamiento. Entonces, sorteamos como podemos al tipejo, esperamos el ascensor, llegamos derrumbados a casa, besamos a la niña que está haciendo los deberes en el cuarto, ponemos el despertador a las seis y media y comenzamos a soñar en el adosado ese de la zona residencial, con vallas electrificadas y todo, para que no se cuelen los malditos esbirros del ayuntamiento. 

Antología del microrrelato español. (1906 - 2011). 

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