sábado, 18 de enero de 2025

Café exprés. José Toribios.

Compramos una papeleta y nos tocó. "¡Una cafetera, una cafetera, una cafetera para la señora!", se desgañitaba el de la tómbola. Tú, mientras -vestidito blanco, zapatos de tacón, labios mal pintados-, abrazabas el trofeo y lo frotabas, cabizbaja, como si pretendieses verificar su calidad o hacer salir un genio. Noté en tu media sonrisa que te cohibía sentirte esposa de repente. Luego nos dio por reír a carcajadas, como tontos.
Bailamos y bailamos, entre torbellinos de polvo, olor a churros y guedejas de azúcar. Acabamos rendidos a la orilla del río y consumamos el inesperado matrimonio entre los juncos.
Cuando despertamos, la cafetera ya no estaba allí.

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