Sueño que soy un insecto y mi mujer, que es entomóloga, me observa desde las alturas a través de una lente. La saludo sacudiendo mi cuerpo de espinas. Ella me sonríe de manera extraña. Quiero decirle hola, pero la voz se me quiebra súbitamente al contacto del frío metal que me atraviesa. Despierto. No es un sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario