Cuando volvió a
quedar embarazada, creyó que se volvería loca.
Así
y todo, muerta de miedo, dio a luz. Y el miedo fue incluso mayor al
ver que la criatura viviría. Era su hijo número trece.
Trece,
la cifra que temía más que a la vida o la muerte.
Entonces,
temerosa de una inminente desgracia, mató con sus propias manos a
los otros doce hijos.
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