viernes, 16 de septiembre de 2022

El mundo no se acaba nunca. Iván Teruel.

El manotazo titubeante derriba otra mosca. ¿Ha visto señora McGuffin que este año eestos dipterios volapatadores están mas le, le, lentos que de costumbre? La pequeña mano coge la mosca de las alas y dibuja una parábola temblorosa hasta colocarla en el montón donde se hallan el resto de los insectos. ¿Será la hipanopia de la histo, tor, ria que sub nierte nierte a la...? Ya ve señora Guffinmac que eesto es el fin. ¿Lo ve? La cabeza pelada tiembla, se inclina hacia un lado, unos ojos empañados miran atentamente el montón. El fin, fin, ¿lo ve señora Gufmacin? Se aveci, ci, na, el fin, fin, final de los tiempos. Los dedos índice y pulgar de la mano derecha forman una pinza inestable. La pinza va cogiendo de las alas diferentes moscas del montón y forma otro montón al lado. El fin, fin, final ¿oye? La cabeza es un metrónomo inclinado y nervioso: no deja de oscilar en su eje oblicuo. La mirada opaca se encharca de repente. ¿Por qué señora MucGaffin por qué eestos dirtemios voleadores están más le, le, lentos? ¿No ve que es el fin, fin, final de todo? la boca se abre, se estremece, y de la garganta sale un sonido agudo y resquebrajado, el cuerpo convertido en un balancín nervioso.
La señora McGuffin se acerca al niño, lo envuelve en un abrazo, le da un beso en la frente. La señora McGuffin hace un esfuerzo ímprobo por dejar sus lágrimas en el borde de los párpados, construye un dique, traga saliva repetidas veces, aparta los dos montones de pipas de la mesa y le susurra al oído: las moscas no están más lentas, mi vida, eres tú, ¿oyes?, que cada día estás más ágil, ¿oyes?, como papá, tesoro, cada día más ágil y fuerte. Así que no sufras, mi vida, no sufras, que el mundo no se va a acabar nunca.


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