domingo, 2 de octubre de 2016

Rescatado, una vez más. Fernando Aínsa.

De pequeño se asomaba al aljibe que había en la cocina de su casa. Se subía a un taburete, intentaba reflejarse en el fondo, respiraba la húmeda frescura y, luego, temblaba. Sentía un vértigo entre viscoso y dulzón y una extraña atracción por lo desconocido. Dejaba entonces caer el cubo y en la desgarrada superficie quebrada imaginaba, por un instante, su cuerpo hiriendo las aguas para quedar en su fondo entumecido.
Luego, al izarlo con agua desbordante, se sabía en su tambalear sobre el brocal, una vez más, rescatado. 


 

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