sábado, 11 de agosto de 2018

Caballos. Rafael Pérez Estrada.


En las horas inquietas de ciertos amaneceres los oigo galopar. Su locura y su confusión recuerdan la dinámica de los océanos, el ir y venir de las olas, el rugir de las marejadas, la insaciable ira de las tempestades. Son los caballos perdidos en la fiebre del poeta muerto. Caballos apenas concebidos, ni realidad ni metáfora. Mas yo los oigo incansables —como la sangre arrebatada en un cuerpo sin sombra— ir de acá para allá buscando las orillas de un sueño ya imposible.
Caballos sin nadie que los sueñe.



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