lunes, 20 de agosto de 2018

Mamut en la noche inmensa. Eugenio Mandrini.


Soñó que el mamut muerto en el último invierno, el mamut más formidable, más temible y de más estremecedor pelaje oscuro que viera en su azarosa vida de cazador, volvía a buscarlo a él, de entre todos los hambrientos de la tribu que intervinieron en la cacería, solo a él.
Después, la visión se trasladó a la realidad y el mamut aparecía, irremediable, en cualquier momento de la noche o cuando el fuego de la caverna volvía a la ceniza o aun mimetizado en la lluvia, en la niebla o en la humareda de los bosques incendiados. Entonces cerró todas las formas de luz a la alucinación y se arrancó los ojos para no verlo más. Pero el mamut volvía siempre, irremediable, porque en el mundo de los ciegos, los ciegos ven.


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