miércoles, 15 de diciembre de 2021

Lo semejante llama a lo semejante. Luis María Pescetti.

Moc está sentado en un sillón. Poc, por alguna razón, lleva un largo rato con las piernas cruzadas en una incómoda posición.

-¡Oh, no, he perdido mi pierna!

-¡¿...?! ¿Cuál le falta?

-La que no está, por supuesto.

-Pero se ven las dos. Digo, ¿usted antes tenía otra pierna?

-¡Dos, como todos! Será una ilusión óptica, una me acaba de desaparecer.

-¿Usted no la ve?

-A ver... sí, sí... la veo cruzada encima de la única pierna que me queda, pero puede ser una doble ilusión óptica, algo del aire, un espejismo o tal vez sólo quedó la cáscara.

-Las piernas no tienen cáscara.

-¡Qué terrible! ¿Ni siquiera eso quedó?

-¡Qué momento...! Veamos, ¿cómo sabe que desapareció?

-Porque ya no la siento. Tal vez se evaporó mientras conversábamos.

-¿La puede tocar?

-A ver, sí. La puedo tocar y ver, pero no la puedo mover ni sentir.

-Dos contra dos... digamos que solo desapareció la mitad, y la mitad menos grave; sería peor si la pudiera sentir y mover, pero no la pudiera ver ni tocar.

-Bueno, aún no sabemos, quizá es algo progresivo hasta que se evapore completamente.

-Tal vez no es que se evapora, sino que se está yendo. Veamos, ¿qué se hace cuando algo se va?

-Se lo busca hasta encontrarlo...

-... o se lo llama hasta que regresa.

-Intentemos, ¿cómo se llama a una pierna?

-No debemos llamar a toda la pierna porque le quedaría una pierna y media, llamaremos solamente a la mitad que se perdió. Pensemos cómo... Las cosas se llaman por su nombre...

-Jamás se me ocurrió ponerle nombre a mi pierna.

-Supongo que se llamará como usted, Poc.

-¿Puede una parte llamarse como el todo?

-Veamos, ¿usted se sigue llamando Poc, sin su pierna?

-Sí, a lo sumo: el rengo Poc, pero sí.

-¿Hasta qué punto podrían desaparecerle partes y usted seguiría siendo Poc?

-Bueno, yo estaría dispuesto a tolerar que me desaparezcan un par de cosas, pero no estoy seguro de cuál depende mi nombre: Poc.

-O sea que, si la pierna no tenía un nombre especial no la podemos llamar por su nombre, ya que si empezáramos a gritar: ¡pierna, pierna!, no podríamos estar seguros de que la que viniera fuera la suya. ¿Cómo se puede llamar a algo si no es por su nombre?

-¿Haciendo pst pst?

-Peor, se acercarían cualquier tipo de cosas.

-¡Ya sé! Hagamos como en la caza, si alguien quiere que se acerque un reno, imita el ruido de los renos, lo semejante llama a lo semejante.

-¡Excelente! Empecemos a llamar el movimiento.

-¿Cómo, si no la puedo mover?

-Imitando el movimiento de su pierna, por supuesto. Permítame mover su pierna. A ver, así... bien... así.

-¡Ay! ¡Oh! ¡Siento un terrible hormigueo!

-Imposible, no estoy imitando a las hormigas.

-Pero las hormigas... tienen patas... ¡Oh!

-¿Estaré imitando el movimiento de las patas de una hormiga?

-¡Sería horrible que me viniera una pata de hormiga! ¡Ay!

-Mejor no sigamos hasta no saber qué estoy imitando. ¿Cómo la siente?

-El hormigueo sigue un poco, pero puedo moverla.

-¡Acertamos! ¡Maravilloso!

-Ya se está pasando el hormigueo. ¡La que regresó fue mi pierna!

-Tuvimos suerte, Poc.

-Gracias, Moc, le debo una pierna.

-Solo la mitad, por favor.

 


Un mundo de relatos. Antología. Ed. Pearson. 2009. 

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