sábado, 31 de agosto de 2024

Ikebana. Julia Uceda.

 Desde el jardín inunda las habitaciones un pálido silencio,
fresco,
suave
como una mano sabia y sagrada desde algún espacio sin tiempo;
tal vez de alguien no creado todavía pero que sonríe sin sonreír.
Llueve. El silencio está vivo y acompaña,
se le respira y nos fundimos en lo innombrable.
Los árboles y yo nos sentimos en paz. De vez en cuando,
una gota perezosa cae desde el último dedo de las ramas de un cedro
que reina en el jardín como barco de velas.
En el monitor encendido veo el fragor de un mundo
perdido en su desvarío.
No cambiaré mi conciencia para estar con ellos. Estoy
con los árboles
y su silencio.
Y con la mano sagrada
de quien ignoro.

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