domingo, 16 de agosto de 2020

Efímero. Juan José Millás.

Mi hijo entra y me pregunta qué quiere decir efímero. Otras veces, en lugar de con una palabra, viene con un insecto para que le diga su nombre. Cuando un niño abre la mano y te muestra un animal, es como si tú mismo vieras por primera vez ese animal. Y cuando te muestra una palabra, es como si no la hubieras oído nunca hasta ese instante. Efímero. No siempre trae insectos o palabras. A veces, llega a casa con objetos cuya utilidad ignora. Yo tengo la costumbre de preguntarle de dónde ha sacado tal cosa o tal animal. No es lo mismo hurgar en la caja de herramientas que en la basura. El mismo objeto significa cosas diferentes según de dónde proceda. Con las palabras pasa igual. “De dónde has sacado esa palabra”, le pregunto.
No me lo quiere decir. Le presiono. “De un libro”, dice al fin. “De qué clase de libro”, insisto, aunque sé que he llegado al límite del interrogatorio. Y es que no me gusta que vaya recogiendo palabras de cualquier sitio. Las palabras transmiten multitud de infecciones. Una vez contagiado, caen sobre ti las enfermedades oportunistas (las frases oportunistas, cabría decir) y estás perdido. No es lo mismo encontrar la palabra efímero en un poema que en una esquela. No es lo mismo. Le digo al fin que algo efímero es algo que no dura y le sirvo tres o cuatro sinónimos: fugaz, perecedero, provisional… “¿La vida es efímera?”, me pregunta ahora y comprendo que ha sacado la palabra de donde no debe.
La vida es muy larga, hijo -le respondo-. Las horas, al menos, lo son”, añado recordando un verso de Borges (“la vida es corta, aunque las horas son tan largas”). Me mira con expresión ausente. Luego me da las gracias y se va olvidando la palabra encima de la mesa. No recuerdo la primera vez que yo mismo tropecé con ese término, efímero, ni si fue en la basura o en un libro. Pero recuerdo la primera vez que, por pura inconsciencia, tomé una cucaracha entre los dedos. Hoy no me atrevería. Tampoco me atrevería a coger la palabra efímero. No por asco, sino por miedo al contagio, así que la dejo, para que desaparezca cuando limpien el polvo.


 Articuentos escogidos, 2012.

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