sábado, 12 de febrero de 2022

Un viejo. Constantino Cavafis.

En el fondo de un bullicioso café,
inclinado sobre la mesa, está sentado un viejo;
con un periódico delante, sin compañía.
Y en el abandono de su triste vejez,
medita cuán poco gozó de los años
en que aún tenía vigor, verbo y belleza.
Sabe que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
Y, sin embargo, el tiempo en que fue joven le parece
ayer. ¡Qué poco tiempo hace, qué poco tiempo!
Ve como de él se burló la Prudencia
y cómo en ella fió siempre —¡qué locura!—
que falaz decía: «Mañana. Tienes mucho tiempo.»
Recuerda impulsos que contuvo y tanto
gozo como sacrificó. Cada ocasión perdida
se burla ahora de su sensatez sin seso.
Pero de tanto pensar y recordar,
el viejo cae aturdido. Y se duerme,
apoyado en la mesa del café.


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