En
el fondo de un bullicioso café,
inclinado
sobre la mesa, está sentado un viejo;
con
un periódico delante, sin compañía.
Y
en el abandono de su triste vejez,
medita
cuán poco gozó de los años
en
que aún tenía vigor, verbo y belleza.
Sabe
que ha envejecido mucho; lo siente, lo ve.
Y,
sin embargo, el tiempo en que fue joven le parece
ayer.
¡Qué poco tiempo hace, qué poco tiempo!
Ve
como de él se burló la Prudencia
y
cómo en ella fió siempre —¡qué locura!—
que
falaz decía: «Mañana. Tienes mucho tiempo.»
Recuerda
impulsos que contuvo y tanto
gozo
como sacrificó. Cada ocasión perdida
se
burla ahora de su sensatez sin seso.
… Pero
de tanto pensar y recordar,
el
viejo cae aturdido. Y se duerme,
apoyado
en la mesa del café.
sábado, 12 de febrero de 2022
Un viejo. Constantino Cavafis.
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