lunes, 23 de mayo de 2022

Perversidad. Antonio Toribios.

El puñetero ojo de la cerradura me seguía incitando con su presencia muda. Lo venía haciendo desde que me alojé en aquella maldita habitación con una puerta medianera. ¿Qué pasaba al otro lado?, me preguntaba yo con enfermiza curiosidad. Pero algo que estaba entre los remilgos morales y la vaga superstición me impedía mirar. Al tercer día no pude aguantar más y apliqué el ojo izquierdo al orificio. Un punzón afilado me atravesó al instante el globo ocular. Más tarde me enteré de que venía gente de lejos a ese hotel concreto, e incluso algunos tuertos repetían.

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