sábado, 28 de mayo de 2022

Completamente sola, no. Etgar Keret.

Tres de sus pretendientes han intentado suicidarse. Lo dice con tristeza pero también con una pizca de orgullo. Uno incluso lo ha conseguido. Se tiró desde la azotea del edificio de la Facultad de Humanidades y por dentro quedó destrozado. Por fuera parecía que no le había pasado nada, y hasta tenía un aspecto sereno. Ese día ella no había ido a la universidad, pero se lo contaron sus amigos. A veces, cuando está sola en casa, hasta lo puede notar ahí, como si estuviera con ella en el salón, mirándola, y cuando le pasa eso, por un momento siente mucho miedo, pero también alegría. Porque sabe que no está completamente sola. Y a mí, a mí me aprecia muchísimo. Me aprecia, pero no se siente atraída por mí. Y eso la entristece, lo mismo que a mí, o puede que incluso más. Porque le encantaría sentirse atraída por alguien como yo. Alguien inteligente, sensible, alguien que la quiera de verdad. Tiene un romance con un marchante de arte mayor desde hace más de un año. Está casado, no piensa dejar a su mujer y ni siquiera hablan de ello. Por él sí siente atracción. Qué crueldad. Es una crueldad para mí y también lo es para ella. La vida podría ser mucho más sencilla si se sintiera atraída por mí.
Me deja que la toque. A veces, cuando le duele la espalda, hasta me lo pide. Cuando le masajeo los músculos, cierra los ojos y me sonríe.
Qué agradable —me dice mientras la toco—, qué agradable.
Una vez, hasta nos acostamos. Echando ahora la vista atrás dice que fue un error. Tenía tantísimas ganas de que la cosa fuera bien, que se olvidó de sus sentidos. Y que hay algo, mi olor, o mi cuerpo, algo entre nosotros dos que no pega. Lleva ya cuatro años estudiando Psicología y todavía no es capaz de explicarlo. De explicar lo mucho que su cerebro lo desea y cómo su cuerpo no se aviene a ese deseo. Cuando se acuerda de la noche en la que nos acostamos, se pone triste. Hay muchas cosas que la ponen triste. Es hija única. Se pasó gran parte de la infancia completamente sola. Su padre se puso enfermo, agonizó largamente y al final murió. No tuvo a su lado un hermano que la comprendiera, que la consolara. Yo soy lo más parecido a un hermano que haya tenido nunca. Y Kuti. Kuti es el nombre del chico que se tiró de la azotea de la Facultad de Humanidades. Es capaz de pasarse horas sentada conmigo hablando de cualquier cosa. Puede dormir conmigo en la misma cama, verme desnudo, desnudarse a mi lado. No hay nada que la turbe entre nosotros. Ni siquiera cuando me masturbo a su lado. Aunque le mancho las sábanas y la entristezco. Y es que se pone triste por no ser capaz de amarme, pero si eso me alivia, no tiene ningún problema en lavar después las manchas.
Antes de que su padre muriera estaba muy unida a él. También estuvo muy unida a Kuti, que estaba enamorado de ella. Yo soy el único hombre que estoy muy unido a ella y todavía sigue con vida. Al final empezaré a salir con otra y ella se quedará sola. Será inevitable, y lo sabe. Y cuando suceda, se pondrá triste. Triste por ella, pero también contenta por mí, porque habré encontrado el amor. Cuando termino de correrme me acaricia la cara y me dice que aparte de sentirse triste también se siente halagada. Que la halaga el hecho de que con todas las chicas que hay en el mundo, solo piense en ella mientras me masturbo. El marchante ese de arte con el que se acuesta es más peludo y bajo que yo, pero sexy a rabiar. En la mili era uno de los subordinados de Netanyahu y se conocen desde entonces. Son amigos de verdad. A veces, cuando va a verla, le dice a su mujer que ha ido a ver a Bibi. Una vez se lo encontró con su mujer en el centro comercial. Estaban a un metro de distancia, ella le sonrió disimuladamente, a escondidas, pero él la ignoró. Posó los ojos en ella, pero tenían una mirada completamente vacía, como si ella no fuera nadie ni nada. Puro aire. Y aunque ella comprendió que no pudiera sonreírle ni decirle nada estando con su mujer, resultó muy ofensivo. Se quedó allí sola en el centro comercial, al lado de los teléfonos públicos, y se echó a llorar. Esa fue la noche que se acostó conmigo. Y ahora que lo piensa, fue un error.
Cuatro de sus pretendientes han querido suicidarse. Dos hasta lo han conseguido. Precisamente los dos a los que se sentía más unida, muy próximos a ella, pero que mucho, como hermanos. A veces, cuando está sola en casa, nos puede notar a los dos, a mí y a Kuti, con ella, en el salón, mirándola. Y cuando eso le sucede, siente un miedo repentino, aunque también alegría. Porque sabe que no está completamente sola.

De repente llaman a la puerta, 2010.

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