Respetuosamente
ruego que me sea entregado el dominio del mundo. Fundo mi solicitud
en el hecho de que soy el mejor, el más inteligente y el más
original de todos los hombres.
Hago
saber también que mi distrito es uno de los más pobres. Arenales,
nada más. Y los mercados anuales fueron suprimidos porque dicen que
se hará la industrialización. En casa tampoco reina la abundancia,
ya que mi yerno, además de tenerme que mantener a mí, tiene que
mantener a otras ocho personas, entre las cuales hay dos que
pertenecen a la intelectualidad. No dispongo de dinero ni de ningún
ejército para apoyar mi demanda. Por eso pongo también la condición
de que no se me obligue a tener bombas atómicas. En caso necesario,
puedo presentar el correspondiente certificado de la parroquia.
Ya
comprendo que, vistas las circunstancias, no será fácil poner en
mis manos el poder. Sin embargo, acaricio la esperanza de que tanto
la voluntad entusiasta de los pueblos como la marcha de la historia
vendrán en apoyo de mi solicitud. Por otra parte, confío en la
providencia divina.
Sobre
todo, como ya he dicho antes, soy mejor que todos los demás hombres.
Tal vez haya algunos que no estén de acuerdo y pretendan que son
ellos los mejores. Pero tales afirmaciones no tienen ningún peso;
porque ellos no son yo y, por lo tanto, ¿cómo van a saber lo bueno
que soy?
Yo
creo que todos saldrían ganando con que yo gobernara el mundo. Como
estoy dispuesto al sacrificio, puedo asumir esa grave obligación.
Mientras fui joven, hice más de una locura, pero, ahora he
encontrado el camino y podría guiar a los demás.
No
tenemos ni un solo tanque. Incluso el colador está roto y por eso,
la pobre de mi hija las pasa negras para hacer los fideos. Pero ¿que
importancia tiene eso? En realidad, uno gobierna el mundo porque es
el mejor y no porque tenga un ejército. A nadie le gustaría
gobernar porque tiene un ejército, sino únicamente porque es el
mejor. Tengo, pues, igualdad de oportunidades o incluso más, porque
no tengo ningún ejército y soy realmente el mejor. ¿Para qué
necesito un buque de guerra? Estas cosas sólo cuestan dinero y, por
otra parte, un buque, en casa, sólo nos estorbaría, sobre todo
ahora que mi hija vuelve a estar en estado de buena esperanza.
No
se trata de mí, sino sólo de la humanidad. Cuando a veces me
escondo en el huerto que hay detrás de casa (el huerto, gracias a
Dios, todavía es nuestro) y como las moras a puñados, hay algo que
parece tocarme con el dedo. ¡Aquí estás tú tan tranquilo comiendo
moras y allí está las humanidad! Y me entran deseos de abandonarlo
todo para a ocupar el poder.
Ayer,
mi yerno me encerró porque dijo que como demasiado. Dispongo pues de
un poco de tiempo y escribo lo que ya hace mucho que quería
escribir. Pero siempre había tantas moscas ahogadas en el tintero
que resultaba desagradable mojar la pluma en él. Hasta ahora, en
otoño, la cosa no ha mejorado un poco.
Tengo
suerte de ser yo y no otro el que está dentro de mí. Es terrible la
idea de que otro pudiera ser yo y entonces me mirara y no supiera
como soy.
Ha
llegado mi yerno. Ya comprendo que todo está muy caro, pero ¿es
indispensable que todo se arregle en seguida a palos?
En
espera de una respuesta afirmativa a mi solicitud, le saluda
atentamente…
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