domingo, 19 de marzo de 2023

Huye una dama. Álvaro Cunqueiro.

Avisaban de las cazas en las Tierras Soberanas de Sedán, y una doncella llamada Clemence avisó al postillón de los trompeteros diciéndole:

-¡Si encontráis al ciervo lucero, avisadme, que es el hijo de mi señor y mi enamorado!

El ciervo lucero acudió al aviso, y el postillón mandó recado a la doncella. Vino Clemence al bosque, y el ciervo lucero le besó las manos.

-¿Cómo os desencantaré? -lloraba Clemence.

-No lo sé -dijo el ciervo en buen francés-. Pero, si me amáis, puedo encantaros de cierva y correremos por el bosque.

Accedió Clemence, se tornó cierva lucera, y al galope con su amor entró en el robledal. Por eso en las Tierras Soberanas hay que preguntarle al ciervo si es persona o animal, cuando comienzan las cazas de otoño.

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