Reconozco que soy un cobarde, como
tantos otros, y que si no llego a descubrir esa página en la
Internet oculta, nunca me hubiera atrevido a hacerlo. Después de
leer las condiciones y de comprobar que con el método propuesto me
sentía capaz, decidí firmar el contrato. Rellené un formulario muy
detallado con mis datos, di mi conformidad y pagué lo que pedían,
sin importarme el precio.
Ellos,
discretamente, me proporcionaron todo: el arma, la víctima, sus
costumbres, el mejor momento para encontrarla desprevenida... Era
reconfortante comprobar esa profesionalidad. Hasta se ocupaban de las
cuestiones legales en el caso de que surgiese algún problema
inesperado. Lo que me sorprendió fue el objetivo. La mujer debía
tener unos treinta años. No hice ninguna pregunta. Cada cual tiene
sus motivos. Ayer le disparé dos veces. No llegó a enterarse de
nada.
Ya
he cumplido con mi parte del trato. Ahora llega mi turno. Espero que
mi verdugo sea tan profesional como lo he sido yo.
sábado, 11 de marzo de 2023
La cadena. Rafa Heredero García.
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