Ya sé que no hay poema
que
escriba del amor
capaz
de remediar todo este amor,
capaz
de dibujar toda esta luz
y
con ella toda esta oscuridad
—siempre
van de la mano—,
capaz
de abrir las puertas
y
de encender las velas
y
de servir las copas
que
los besos no alcanzan.
Por
eso te he dejado
unas
migas de pan
al
borde del alero
y
este inútil poema
que
habla de ti y de mí,
de
dos torpes gorriones
volando
entre la nieve,
desoyendo
el invierno.
Lo que tu nombre tiene de aventura, 2017.
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