Caminas y mientras caminas vas lanzándote fotos a la cara. Alargas el brazo derecho, giras el cuello hasta conseguir el ángulo perfecto, sonríes y disparas. El dedo pulgar se mueve enloquecido, pasa el filtro y sube la foto. Tus seguidores estallan en likes, aman tu barbita recortada, las cejas discretamente depiladas, el flequillo cayendo impecable sobre los ojos que miran luminosos. Aman tu cara, pero no tanto como tú te amas. Caminas lanzándote fotos a la cara, porque te amas. Te lanzas fotos y te amas, no miras mientras caminas, y cruzas sin darte cuenta de que un coche derrapa. Derrapa y te golpea mientras cruzas y te miras en la foto, amándote. El teléfono vuela y se estrella a los pies de la gente que espera para cruzar al otro lado de la calle. Tu cara que amas se rompe contra el suelo.
La sangre chorrea desde el pómulo destrozado y mancha la barbita recortada, pero el flequillo que amas sigue perfecto sobre los ojos que se van apagando porque no pueden mirar ya lo que más aman.
me ha encantado por que representa la vida día a día , y como cuenta el caso que sufren muchos jóvenes a lo largo de su vida ,y se preocupan más por las redes sociales que por ver por donde van caminando y luego ocurre lo que ocurre, y por eso hay que estar atento al mundo que te rodea por que solo hay uno y tienes que disfrutarlo al máximo.
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Gracias, K. Me alegro mucho de que te haya gustado.
ResponderEliminarSaludos.
leido michelle rogel lara
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