Una mañana, la mujer de Tesalio lo
despertó para decirle:
-Mi
amor, estamos inundados.
-No
importa -respondió Tesalio entre dientes, dando vueltas en la cama y
sin abrir los ojos-, sacamos el agua y asunto arreglado.
-Es
imposible -replicó ella-, estamos en el mar.
-Ah,
entiendo -dijo Tesalio.
Y
se ahogaron.
El hombre de los pies perdidos, 2005.
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