viernes, 27 de agosto de 2021

El tríptico de la oreja. August Tercero Foer.

I


Tenía un oído muy fino. Ni siquiera la edad había podido quitarle esa facultad. Aunque ahora tenía menos cosas que escuchar. Aquella tarde, insoportablemente muda, oyó un débil sonido que no pudo reconocer. El ruido procedía del piso de al lado, así que pegó su oreja en la pared. Pasó un par de minutos en esa postura tratando de averiguar qué era lo que había percibido. Al fin se dio cuenta. Era otra oreja, que desde el lado opuesto de la pared escuchaba la suya.


II


La manía persecutoria devoraba sus días. Estaba absolutamente convencida de que alguien la escuchaba día y noche con el oído pegado en una pared de su apartamento. Comenzó a imaginarse a su perseguidor. Alto, rubio y con cara de mala persona. Se enamoró locamente de él y empezó a escucharle a él también a través de la pared. Se quedó absolutamente entristecida cuando su psicólogo la curó de golpe diciendo: Nadie te persigue y es absolutamente imposible oír a una oreja escuchando a otra oreja a través de la pared.


III


No podía creer lo que estaba pasando. Al acabar la carrera se juró a sí mismo que nunca se enamoraría de una de sus pacientes. Pero lo peor era que se estaba volviendo aún más loco que ella. Porque la chica estaba enamorada de un hombre imaginario, pero él tenía celos de ese caballero inventado. Creyó que todo acabaría de golpe al curar a su bella demente de mirada verde con una terapia de choque. Pero sólo consiguió que sus ojos dejasen de brillar. Y él no podía pensar en otra cosa que no fuera aquella oreja que escuchaba a la oreja de su amada desde el lado opuesto de la pared.


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