A Agustín Martínez Valderrama
Cuando
trajeron al abuelo a casa, dejó de hablar y se quedó varado frente
al televisor. A veces, cuando yo volvía del colegio, lo veía con la
mirada perdida en la negrura de la pantalla y le preguntaba qué
estaba haciendo. Él nunca contestaba así que lo dejaba solo y me
iba a mi habitación. Una noche mientras cenábamos, pasaron por
televisión la explosión del Challenger. El abuelo dijo: <<
Valencia >>, y una lágrima mojó su piel reseca.
Partículas en suspensión, 2013.
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