Son las siete de la mañana, me
levanto, enciendo el agua caliente de la ducha y me desnudo. En el
espejo, no puedo evitar ver mi reflejo, el cual miro detenidamente,
preocupándome en cada lugar de mi cuerpo... Lo dejo correr. Mirando
el reloj de sobre la mesilla de noche me doy cuenta que es demasiado
tarde. Me ducho, me seco el pelo y, tan rápido como puedo, me visto.
Me pondría unos pantalones cómodos, pero me tengo que poner el
incómodo uniforme <<femenino>> de la cafetería. Vuelvo
a mirar el reloj, apresuradamente me dirijo al baño y saco el
estuche morado del estante. Me maquillo, y no porque yo quiera, <<me
lo recomienda>> mi gerente, está claro...
Cojo
las llaves y salgo corriendo de casa. El café está a cuatro calles
de la Rambla, así que tengo bastante con cinco minutos para llegar.
Esperando en el paso de cebra, noto encima un vistazo penetrante y
vicioso que intenta desnudarme con la mirada. Se apodera de mí un
escalofrío de repulsión, pero lo ignoro. Al llegar al trabajo el
primero que me encuentro es mi compañero, el cual, al ver el enojo
de mi rostro, me dice: <<tienes la regla, ¿no?>>. Lo
ignoro.
Después
de un largo día sirviendo, por fin puedo sacarme el uniforme y irme
a casa. Abro la puerta del café para salir, pero una mano que me
coge del brazo me lo impide. El gerente, de un tirón suave, me hace
entrar en el local otro vez. Ya casi es oscuro. Le insisto que tengo
que irme a casa, pero no me deja salir. Me dice que tiene que hablar
conmigo, pero yo sé perfectamente que no se trata de esto...
Son
las siete de la mañana, me levanto, lloro.
sábado, 18 de noviembre de 2023
Me levanto. Carla Martínez.
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