domingo, 2 de febrero de 2014

La despedida. Gustavo Martín Garzo. Microrrelato.



Visitaron Toledo cuando ya habían decidido separarse. Aún se amaban, pero era como si estuvieran expuestos a las inclemencias de una estación feroz, y ninguno de ellos pudiera ocuparse más que de su triste y desolada suerte.

Era su último viaje juntos. Pasearon por las calles inmóviles y en un momento determinado empezaron a llorar. Unas veces alternativamente, otras los dos juntos, de forma llamativa e incontenible, como dos niños que se hubieran perdido, que no se atrevieran a preguntar. Tenían que ocultarse, que escoger las calles más solitarias para que nadie les viera, y se pasaron el resto de la tarde huyendo, ocultando su callada desesperación como una culpa.

A duras penas, en un paréntesis de su llanto, visitaron la Casa del Greco. Vieron sus cuadros, demorándose ante cada uno de ellos con la misma dolorida atención que lo habían estado haciendo ante las sucesivas escenas de su amor. ¡Ah, aquellos colores líquidos, imposibles! ¡Parecían surgir del lento aluvión de sus lágrimas, de la misma tristeza, de la misma desoladora estación, la de las lluvias infinitas, la de del tiempo detenido y eterno!
También dentro de la sala parecía llover. La lluvia salpicaba los cuadros, empapaba las paredes y las alfombras, y ellos caminaban sintiendo el agua correr bajo sus pies, en medio de aquella multitud silenciosa, como por un reino de ahogados.



La despedida. El amigo de las mujeres. Gustavo Martín Garzo. 1992.

 FOTO: Vista y plano de Toledo. El greco. (Museo del Prado, Madrid)

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