Ayer sacaron a Dios
del mar. Era un cadáver de rostro hinchado. Quién sabe cómo llegó a ser
catafalco esta alfombra salada, pero la verdad es que era Dios. Un movimiento
no calculado, la torpeza de trastabillar y Dios cae como un fardo en las aguas
intrigantes del mar. Nadie explica si murió en la caída o se ahogó entre los
peces idiotas. La muerte le sobrevino serena dado que aún sus labios, los
labios de Dios, sonreían. Nos queda la pregunta del empleo vacante; del oficio
de gobernar el universo; de quién se hará cargo de la gerencia de las almas;
del asunto de la justicia eterna; sobre la pena que el mar recibirá por
asesinar; si fue premeditación o acaso alevosía. El cadáver mientras tanto yace
con barba y calva en la orilla de una playa pegajosa y un oficial de la ley,
vencido por la burocracia, escribe su informe... crimen pasional.
Gott ist tot: Dios está muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario