Con el tiempo el príncipe ha
engordado debido a la gula, el alcoholismo y la fiesta permanente.
Ahora tiene una barriga gigantesca y una papada descomunal. Las
piernas raquíticas apenas son capaces de sostenerlo. Hipa
constantemente producto de una borrachera consuetudinaria.
"Dios
mío", se dice con amargura la infanta, "ha terminado por
convertirse en un sapo, igual que al inicio". Y concluye que la
historia es circular.
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