El tiempo pasa, la impresora
se atasca y el gato no para de maullar. Sólo faltaba que viniera mi
madre a hablarme de sus asuntos, de su viaje a Benidorm, de sus
macetas secas, de su vecino muerto y de su panadero obeso.
¡Oh!,
¡oh! Suena el timbre. Abro. Es mi madre. Nos sentamos a tomar café,
¿yo? Una cerveza. Me habla de su viaje a Benidorm, de sus macetas
secas y de su vecino muerto. ¿Y el panadero? Le digo. ¡Ah! Se me
olvidaba, también me habla del panadero. Se marcha. La impresora
sigue sin funcionar. El gato no ha parado. Creo que tengo que cambiar
de vida. Me pongo la gabardina y salgo de mi quinto piso, pero hoy,
por la ventana.
99 pulgas, 2006.
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