martes, 28 de enero de 2020

Amor sin desperdicio. Ton Pedraz.

Nos conocimos hurgando entre la basura. El color de tu pelo, rojo como un atardecer en Finisterre, resplandecía revistiendo de púrpura la cúspide del vertedero. Como carta de presentación me arrojaste un insulto y la advertencia de que aquella zona tenía dueña, pero el tetrabrik de vino tinto que te ofrecí sirvió para romper el hielo y para que me invitases a compartir los desperdicios que habías obtenido entre la inmundicia.
Se hizo de noche, nos sorprendió el frío e insinué que durmiésemos juntos en mi cajero. Nos amamos sobre el suelo encarnado de la sucursal, ocultos por un amasijo de cartones y mantas malolientes. Embriagados por el exceso de alcohol te juré amor eterno mientras asegurabas que estábamos hechos uno para el otro.
Desde esa noche todo cambió. Aseguraste que, como la gente tira de todo, todavía estábamos a tiempo de formar una familia. Por eso ahora rebuscamos con los cinco sentidos y con la esperanza puesta en que un día, desde el interior de algún contenedor, surja el llanto de nuestro bebé.

Esta noche te cuento, 2019.
 

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