Había una vez una Mosca que
todas las noches soñaba que era un Águila y que se encontraba
volando por los Alpes y los Andes.
En
los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado
un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las
alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado
duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato
le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las
inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose topes
contra los vidrios de su cuarto.
En
realidad no quería andar en las grandes alturas o en los espacios
libres, ni mucho menos.
Pero
cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila
para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una Mosca y
por eso volaba tanto , y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas,
hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes sobre
la almohada.
La oveja negra y otras fábulas, 1969.
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