Ella decía que no quería morirse y se echaba a correr por el filo de los pasillos y a manchar de sollozo las habitaciones y nosotros corríamos detrás de ella y le decíamos pero si no te vas a morir eres joven te queda toda la vida por delante por qué dices esas cosas y ella respondía llorando yo sé que me muero que me voy a morir y no quiero no quiero morirme y nosotros allí junto a ella en aquel espacio irreal del llanto nos sentábamos a su lado y le acariciábamos el pelo y la abrazábamos y le decíamos que no se iba a morir que antes nos moriríamos nosotros y ella decía pero si ustedes están muertos y es que nosotros ya estábamos muertos y sabíamos que ella se iba a morir porque estaba desahuciada y jugábamos en el tenue borde del recuerdo donde parecía que aún era posible la piedad.
De su magnífico blog: Máquina de coser palabras.
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