Finalmente se ha quedado dormida. Después de llorar y llorar por él durante tantas horas. Después de mirar y mirar las fotos de él y acariciarlas y besarlas sin poder parar de llorar. Después de rezar y rezar para que él vuelva. Después de encenderle una velita a San Antonio para que él vuelva. Y otra velita a Santa Rita. Y otra a San Expedito para que él vuelva. Y sus rezos son oídos: él vuelve. Un poco tarde, vuelve, porque el fuego de las velas ya ha consumido todo: la imagen de San Antonio, la de Santa Rita, la de San Expedito, las cortinas, la cama, las fotos de él, el cuerpo de ella.
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