domingo, 22 de marzo de 2020

El juego de la luz. Miguelángel Flores.

Hay unos niños que juegan a atrapar con las manos la luz que entra por una rendija. El reflejo, como una mariposa, se mueve sin parar, como si los retara. De pronto se detiene.
-La he cogido, aquí la tengo -grita uno de ellos agitando el puño.
-A ver, a ver -repiten todos.
-No, si la abro se me escapa -contesta poniéndose muy serio.
-Pero tendrás que enseñarla, porque si no, es como si fuera mentira.
-Ya, pero no lo es, es de verdad -dice sin moverse.
Todos observan su mano, su cara. Él no mira nada.
-Te estás poniendo blanco, y es porque mientes - se atreve a decir uno.
-No, no es por eso -responde con un hilo de voz.
A medida que él palidece su voz se ha ido apagando hasta dejar de oírse. De tan blanco casi se trasluce. Se transparenta. La carne se disipa. Se vuelve claridad, y finalmente, destello. Todos observan el brillo quieto que antes era niño. Hay un desconcierto callado. Uno, dos, tres segundos vacíos. Y sin más, como salvajes, se lanzan a por él, que ahora es luz que se mueve. Iniciándose de nuevo el juego de atrapar.

 

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