Había una vez un hombre
poseedor de varios granados en su huerta. Y todos los otoños
colocaba las granadas en bandejas de plata fuera de su morada, y
sobre las bandejas escribía un cartel que decía así: “Tomen una
por nada. Son bienvenidos”.
Mas
la gente pasaba sin tomar la fruta.
Entonces,
el hombre meditó, y un otoño no dejó granadas en las bandejas de
plata fuera de su morada, sino que colocó un gran anuncio: “Tenemos
las mejores granadas de la tierra, pero las vendemos por más monedas
de plata que cualquier otra granada”.
Y,
créanlo, todos los hombres y mujeres del vecindario llegaron
corriendo a comprar.
El vagabundo, 1976.
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