Allá en tiempos muy remotos,
un día de los más calurosos del invierno, el Director de la Escuela
entró sorpresivamente al aula en que el Grillo daba a los Grillitos
su clase sobre el arte de cantar, precisamente en el momento de la
exposición en que les explicaba que la voz del Grillo era la mejor y
la más bella entre todas las voces, pues se producía mediante el
adecuado frotamiento de las alas contra los costados, en tanto que
los pájaros cantaban tan mal porque se empeñaban en hacerlo con la
garganta, evidentemente el órgano del cuerpo humano menos indicado
para emitir sonidos dulces y armoniosos.
Al
escuchar aquello, el Director, que era un Grillo muy viejo y muy
sabio, asintió varias veces con la cabeza y se retiró, satisfecho
de que en la Escuela todo siguiera como en sus tiempos.
La oveja negra y otras fábulas, 1969.
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