El emisario entró sofocado a la tienda, irrumpiendo en el Consejo. “¡La han raptado de nuevo!, ¡la han raptado de nuevo!”, gritaba en medio de los valientes. Hicimos silencio, consternados, sin saber qué decir, a punto de llorar algunos. Tan sólo hacía unos meses que habíamos regresado de Troya.
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