Hace cuánto que no
caes interminablemente en el abismo
de la belleza, hace cuánto que no corres
tras una imagen entrevista a lo lejos
entre la multitud, hace cuánto
que no sigues su rastro como un perro
de caza (con la lengua
fuera) o como un halcón altísimo:
aire, luz, pensamiento. Hace cuánto que no echas
un pulso con la vida, una partida de ajedrez
con la muerte. Que no
tomas rehenes, haces prisioneras
a las que entregarás el corazón. Hace cuánto
que no acaricias hasta doler, que no besas con sangre,
que no comercias con cuerpos hechos de palabras...
Hace cuánto que no vences
al Tiempo, y que no eres vencido
por una mirada terrenal. Hace cuánto que no cobras
en carne (en verbo), que no pagas en oro
puro los cantos de sirena que te ofrecen la Fama
y la inmortalidad. Hace cuánto que no
has nacido de nuevo, que no has muerto otra vez.
Hace cuánto
que te has ido, que no has vuelto. Hace cuánto
que no...
Y de mí sé decir, 2011.
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