La historia tergiversa los hechos. Fui yo la que
rapté a Zeus, de lo contrario nunca hubiera sido continente. Él estaba en la
playa haciendo castillos de aire y no necesité convertirme en vaca para que
cayera rendido a mis pezuñas, bufando de amor y listo para la lidia. Quedé
exhausta, pero me recuperé con una sabrosa sopa de criadillas, y volví a pastar
como si nada.
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