No es fácil perseguir centauros. Como ya nadie cree
en ellos, se debe preguntar con sutileza, en forma indirecta:
-¿Ha visto usted pasar por aquí a una hermosa yegua
negra con manchas blancas? –o bien:
-¿Ha visto usted pasar por aquí a una hermosa
muchacha de cabellos dorados y rosados pechos al viento?
La respuesta nunca será un sí rotundo y, las más de
las veces, será negativa.
Sin embargo, muy de tanto en tanto, cuando estábamos
a punto de abandonar la búsqueda y, desilusionados, emprender el retorno, el
interlocutor ocasional en algún pueblito poco frecuentado se quedará en
silencio frente a nosotros, con la mirada iluminada y distante, definitivamente
enamorado, con una gota de rocío a modo de beso en la mejilla e incapaz de
pronunciar palabra alguna.
Entonces sabremos que vamos por el camino correcto.
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